El otro día fui a Chillán con el congreso DOCOMOMO y, entre otras cosas, fuimos a ver el edificio del Cuerpo de Bomberos. En Chile los bomberos son voluntarios y algunos de ellos han vivido los terremotos de 1939, 1960 y 2010. Tras muchos años de servicio les regalan una condecoración y un casco. El edificio es del año 1942 y, al igual que los veteranos del Cuerpo, se encuentra algo achacoso. Todavía tiene las marcas del último temblor y la torre está algo inestable. Están esperando los fondos necesarios para restaurarla. Hace años llegó a tener un cine que luego se convirtió en oficinas (una desgracia) y tiene comedores para el personal en un antiguo patio que se techó en algún momento. También taparon los agujeros en el forjado por los que se deslizaban los bomberos. Tiene un aire doméstico y decadente, resultado de la mezcla de lámparas de araña, bombillas de bajo consumo, puertas de aluminio, maderas oscuras, decoración a base de diferentes útiles de bomberos, banderas, placas y fotografías de condecorados y difuntos. Su fachada, como la cara del veterano, tiene al mismo tiempo un aspecto juvenil y arrugado. Insólito.
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