El Monumento Natural Contulmo es un bosque relicto de selva fría, de la cual ya hemos hablado antes, rodeado por los amenazadores cultivos forestales de eucalipto (Eucalyptus Globulus en este caso). Una cosa que estoy aprendiendo en estos meses es que el paisaje que conforma la selva fría no es en absoluto homogéneo. Dependiendo de las condiciones de altitud, humedad, suelo y precipitaciones locales se modifica el equilibrio de especies y se producen variaciones que, en términos de flora, resultan sorprendentes. Esto, que no es nuevo, ya que los pisos de vegetación existen en cualquier lugar, sin embargo, aquí sorprende en los cambios sutiles que se producen en la escena cuando aparece una nueva especie. Así, si miráis las anteriores entradas, veréis que bajo cada paisaje que se ve en las fotografías hay una estructura diferente. La selva varía y, aunque hay especies que se dan en casi todos los lugares donde he estado, como el coigüe (Nothofagus Dombeyi), en el caso del Monumento Nacional Contulmo se asocia con otras especies propias de la zona extremadamente húmeda en la que se encuentra este bosque. Así, aquí también se encuentra el ulmo (Eucryphia Cordifolia) y el canelo (Drymis winteri), además de toda una serie de arbustos asociados como el taique, el canelo enano, veintitantas especies de helechos, copihues, plantas epífitas, multitud de hepáticas, musgos y líquenes de formas y colores asombrosos, etc.
Cuentan los camioneros que suben la carretera que bordea el parque que el puma y la güiña entran y salen desde este lugar a los bosques cercanos al atardecer o por la noche, además del pudú y el zorro chilla. Los guardas han encontrado heces y pelo de puma en algunos lugares del parque. ¿No es fantástico este sitio?
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